- Mejora el desarrollo y la sanidad del sistema radicular.
- Adelanta la entrada en floración, cuajado de los frutos y el desarrollo general.
- Mejora la absorción del agua y la disponibilidad de nutrientes del suelo.
- Fortalece el cultivo durante los principales cambios fenológicos, y para superar momentos de estrés ocasional (sequía, bajas temperaturas, salinidad, daños mecánicos, etc.).
- Actúa como un rehabilitador de suelos cansados y biológicamente “pobres”.